Conocer la orfebrería prehispánica para imaginar las joyas del futuro
La U. de los Andes estudia piezas de la cultura Tumaco- La Tolita para aprender sobre el platino
Entender el pasado es la mejor forma de pensar en el presente y empezar a imaginar el futuro. Bajo esta premisa empezó la idea de algunos ingenieros mecánicos de analizar las piezas de Tumaco- La Tolita, una cultura precolombina que se difundió por la región de la costa Pacífica de Colombia y Ecuador hace más de 2000 años.
La evidencia arqueológica disponible sentó la base para ampliar los conocimientos sobre arqueometalurgia, una disciplina que estudia los procesos derivados de la obtención de piezas metálicas antiguas y que desde hace una década viene generando escuela sobre las tecnologías de los orfebres prehispánicos.
El trabajo realizado por la Universidad de los Andes, de la mano del Museo de Oro de Colombia, ha permitido plantear nuevas hipótesis sobre las posibles técnicas del trabajo del platino de esta cultura, que existió entre el 350 aC y el 400 dC. Los resultados se han construido como una especie de rompecabezas entre diferentes estudios de diversas disciplinas.
En un interés personal por entender y explorar los conocimientos de sus ancestros orfebres, Jairo Arturo Escobar, director del departamento de Ingeniería Mecánica de esta universidad, inició hace 10 años un proceso de reconocimiento de dichas piezas.
“Las primeras muestras que logramos traer al laboratorio fueron aportadas por el Museo Nacional. Con el apoyo de arqueólogos, seleccionamos fragmentos metálicos de unos restos arqueológicos de la cultura Tajumbina, los cuales fueron suficientes para empezar a estudiar”, recuerda Jairo.
En el 2015, el grupo de investigación logró el traslado de algunas piezas del Museo del Oro a los laboratorios de la Universidad de los Andes. Después de horas de trabajo en equipo con antropólogos, arqueólogos y diseñadores, se plantearon posibles técnicas con las que los indígenas fabricaron sus joyas de oro y platino.
Este último es un metal valorado por su resistencia a la corrosión y alto punto de fusión. Antonio de Ulloa lo dio a conocer en 1748 y se usó ampliamente en la Revolución Industrial, pero los orfebres de La Tolita fabricaron narigueras, orejeras y otros elementos casi 20 siglos antes.
Una de las teorías sobre cómo construían estas piezas llegó gracias a la ingeniería inversa: la sinterización sería el tratamiento con el que se lograron piezas metálicas resistentes a una menor temperatura de fusión, gracias a la mezcla y compactación de varios tipos de metales (como el hierro, la plata y el oro). En el caso de la nariguera de platino estudiada, es posible que haya sido fabricada en un horno artesanal que generó la unión química.
Parte de la historia de este rompecabezas ha sido difícil de encontrar a causa de los ‘guaqueros’. La mayoría de las piezas de La Tolita fueron saqueadas sin documentar el espacio que, para un arqueólogo, habría arrojado valiosa información. Sin embargo, hay teorías sobre la estructura social e inspiración de estas piezas. Por ejemplo, los colores plateados y dorados representaban la luna y el sol, y el trabajo del orfebre era uno de los más valorados, por su experticia.
“Los centroamericanos o los egipcios dejaron imponentes pirámides, pero nuestros indígenas no buscaban lo grande, sino lo que reflejara su cosmovisión y en este caso fueron piezas de alta complejidad tecnológica”, comenta Jairo. El docente está buscando nuevos puntos de vista que complementen su visión y recursos que le permitan continuar sus estudios, pues “es un ejercicio costoso en calidad y cantidad de profesionales”.
Hoy en día no existe construcción de objetos volumétricos de platino en su totalidad, primero por su alto costo y segundo por el difícil manejo del mismo. Este elemento, también conocido como el ‘metal verde’, es utilizado en la limpieza del aire (como filtros catalizadores), como acelerador de reacciones; en medicina -porque es un elemento que no ataca el cuerpo-, y en la industria automotriz.
"Estos nuevos proyectos de investigación están demostrando que los profesionales de la ingeniería mecánica no solo están educados para el desarrollo de la tecnología del futuro, sino que también es necesario entender el pasado y sentar las bases de las nuevas generaciones, para que sean ellas quienes implementen técnicas exitosas de los ancestros en los nuevos proyectos", concluye Jairo.